China y su Imparable Ascenso Económico:
Un Viaje a Través del Siglo XX
Tema relacionado con el capítulo “el Auge de China” del libro “EL ORO Y EL CAOS” de Kwarteng
El impresionante crecimiento económico de China durante
las décadas de 1980 y 1990 despierta la curiosidad sobre los
entresijos de su estrategia.
China no creció como lo hizo su vecino, Hong Kong, como
un área de comercio de libre mercado, con una economía política
gobernada por “la mano invisible” de Adam Smith.
Aunque se concedió cierta libertad de acción a los impulsos
del libre mercado, el camino de China al éxito lo dictó el Estado.
En este artículo, desentrañamos la clave de su triunfo:
el mercantilismo, un concepto que resuena desde los siglos
XVI al XVIII.
fue un término utilizado para describir las políticas
económicas de los países europeos entre los siglos XVI y XVIII. A pesar de la obra de Adam Smith y de los esfuerzos
continuados de otros economistas liberales,
el mercantilismo, con su énfasis en las exportaciones, continúa siendo ampliamente practicado en el mundo moderno. Eli Heckscher, historiador económico sueco, describe una política económica centrada en las exportaciones para acumular oro, la base del poder estatal. “Con una población numerosa y salarios bajos”, escribió Heckscher, “se esperaba conseguir un gran superávit de exportaciones de productos manufacturados y un gran superávit de importación de oro y piedras preciosas, y este deseo se convirtió en una parte de la política de estado del poder”.
Para muchos críticos y observadores de la política económica
china, en particular en Estados Unidos, la explicación de
Heckscher resume a la perfección la estrategia de desarrollo
económico de Beijing.
Al mantener la moneda devaluada en relación con, por ejemplo,
el dólar estadounidense, se consigue que a los norteamericanos
les resulte más barato comprar las exportaciones de ese país.
Esta subvaloración de una moneda doméstica comparada
con la moneda de un socio comercial conseguiría
el “gran superávit de exportaciones” que en opinión de
Heckscher es el principal objetivo del mercantilismo.
Es natural que fuera a los norteamericanos a quienes más
les preocupara una moneda china débil. Durante las dos
últimas décadas del siglo XX y la primera de la década del XXI,
norteamericanos posicionados a todo lo largo del espectro político
se quejaron a menudo de que la balanza comercial (la diferencia
entre lo importado y lo exportado) se encontrara siempre en
déficit, con las importaciones sobrepasando ampliamente lo exportado.
China fue el beneficiario principal de estos déficits comerciales.
Este enfoque, criticado por algunos, catapultó a China a
ser líder mundial en manufacturas, comercio y tecnología.
Para Buchanan, Estados Unidos debería adoptar la política
de China. Se preguntaba cómo se había situado China a la cabeza
en manufacturas, comercio y tecnología. Él mismo
aportaba la respuesta a su pregunta:
“Nacionalismo económico basado en las exportaciones”
económico único. Mantener su moneda débil hacía que las
exportaciones chinas fueran irresistibles para los estadounidenses,
generando déficits comerciales que beneficiaron enormemente a
China. Esta táctica, aunque controvertida, marcó la década de 1990,
con China acumulando reservas de divisas impresionantes,
alcanzando los 2.3 billones de dólares para julio de 2010.
Sin embargo, pocos recuerdan que, a mediados de la década
de 1980, China tenía un déficit comercial. Aumentos
desmesurados en la compra de artículos de consumo
en 1984 provocaron un déficit que se financió pidiendo prestado
al extranjero. Esta situación cambió drásticamente, y para la
década de 1990, China se posicionaba como un gigante
comercial con superávits que irritaban a Estados Unidos.
El impacto de China en la economía mundial fue evidente
durante la crisis asiática de finales de la década de 1990.
Mientras sus vecinos sufrían, China se mantenía estable
, gracias en parte a no convertir su moneda, lo que evitó el
pánico bancario. Esta estabilidad contrastaba con las
fluctuaciones en otros mercados asiáticos.
En medio de la retórica de manipulación de moneda,
China resistió la presión estadounidense y mantuvo su
moneda estable. Su enfoque a largo plazo, sin la presión
de elecciones, permitió políticas fiscales ambiciosas,
con inversiones masivas en infraestructuras.
Aunque los críticos argumentan que China debería
liberalizar sus importaciones, su estrategia se centró
en el desarrollo interno y la estabilidad.
El déficit comercial entre Estados Unidos y China
creció, llegando a 124 mil millones de dólares en 2003.
Sin embargo, la fortaleza del dólar y la demanda asiática
de bonos del Tesoro estadounidense mantuvieron las tasas
de interés bajas en Estados Unidos, influyendo en la
economía mundial.
En la primera década del siglo XXI, China se destacó
por su asombroso crecimiento económico y su capacidad
para mantener una economía sólida en medio de desafíos
globales. Aunque las políticas y prácticas comerciales chinas
generan controversia, su impacto en la escena económica
mundial es innegable. Desde sus inicios con el mercantilismo
hasta su papel clave en la economía global, China ha forjado
un camino propio hacia la grandeza económica en el siglo XX.
Lo que esta nación nos ha enseñado es que para lograr un
desarrollo económico semejante al suyo la adopción de
estrategias clave deberían ser: Elaborar planes a largo plazo,
priorizar la construcción de infraestructuras modernas,
políticas que fomenten la apertura al Comercio Internacional,
Invertir en la educación y promover la investigación y desarrollo
tecnológico, gestionar cuidadosamente las políticas monetarias
y cambiarias para mantener la confianza de los inversores,
promover activamente el desarrollo de sectores clave como
el industrial o tecnológico, integrarse en la economía global
mediante acuerdos y colaboración internacional, desarrollar
estrategias que aseguren el uso eficiente de los recursos
naturales y la diversificación de fuentes de energía, mantener
una capacidad constante para adaptarse a cambios económicos
y ajustar políticas según las condiciones cambiantes del entorno
global.
Estas son algunas de las claves, que junto con un liderazgo
sólido y un compromiso a largo plazo con el desarrollo
económico, puede sentar las bases para conseguir el éxito
observado en la transformación económica de China.
No se debe olvidar que la adaptación de estas estrategias a
las circunstancias y desafíos específicos de cada nación es
crucial para el éxito a largo plazo.
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